07 mayo 2008

UN S.O.S QUE ESTREMECE AL MUNDO

Los miles de millones gastados en guerras podrían acabar con el hambre


Por: Elson Concepción Pérez (Granma)

La alarma se ha escuchado hasta en los más recónditos lugares del planeta. Los ricos —culpables y aludidos—, se reúnen y observan. Los pobres mueren de hambre y desnutrición, o protestan cuando aún tienen fuerza para hacerlo.

Los organismos internacionales muestran preocupación y temor. En algunos casos hay propuestas razonables que, de cumplirse, evitarían una catástrofe mayor.
El precio de los alimentos sigue creciendo. El petróleo se cotiza por encima de los 110 dólares el barril. Para su guerra en Iraq, Washington empleará más de un billón de dólares y otros 900 000 millones de dólares en gastos de desarrollo y adquisición de armamentos en los próximos cinco años.

Todo este dinero, de usarse en beneficio de los pueblos empobrecidos, mitigaría el hambre y curaría las enfermedades de la gran mayoría de los que hoy mueren por esas causas.

Lo más reciente: un informe de la FAO advierte que al menos 37 países, de los más pobres del mundo, pueden entrar en etapa crítica de hambre debido al encarecimiento de los alimentos.

Manifestantes haitianos exigen bajar los precios de los alimentos.

También por estos días, reunidos en Washington, los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos del Grupo de los 7 países más ricos del mundo (G-7), analizaban la actual crisis financiera mundial y sus repercusiones. A su vez, el FMI y el Banco Mundial (BM) ponían sobre la mesa la conclusión de que el crecimiento de la carestía de los alimentos ha sido de casi el 100% en los últimos tres años, lo que podría sumir a 100 millones de personas de bajos ingresos aún más en la miseria y aumentar las tasas globales de pobreza entre 3 y 5 puntos porcentuales.

Otros datos son de igual forma escalofriantes. Entre el año 2005 y el 2007, los precios del trigo subieron 70%, mientras que los del maíz 80% y los de los lácteos hasta 90%.

El trigo, con los precios por el cielo.

Entre las causas que se citan están la protección y el otorgamiento de subsidios a la producción de granos para biocombustibles, que ha desplazado los alimentos hacia el mercado de energía. También el incremento en los costos del petróleo y de los fertilizantes, a lo que se suma la inclemencia del clima en áreas tradicionalmente productoras, como Australia, que sufrió la peor sequía en 100 años.

Por el contrario, fuertes lluvias también han provocado graves inundaciones en Mozambique, Zimbabwe, Zambia y Malawi, lo mismo que en Bolivia, donde grandes zonas de cultivo se han perdido.

Entretanto, las temperaturas bajas en diversos países de Asia central, particularmente en China, Mongolia y Afganistán, provocaron víctimas mortales y pérdidas de cosechas y ganado.

A ello se agrega la fuerte demanda de alimentos que han experimentado países de gran población y rápido desarrollo como China e India.

LOS POBRES MÁS GOLPEADOS

La situación apremia. Las naciones subdesarrolladas ya tienen que pagar una media superior al 56% más por la importación de cereales. En el caso de África, el aumento a desembolsar es del 74%.

"La inflación del precio de los alimentos golpea más fuerte a los pobres, ya que el porcentaje que dedican a estos en sus gastos totales es mucho mayor que en la población más rica", señala Henri Josserand, del Sistema Mundial de Información y Alerta de la FAO. "Los alimentos —explicó— representan un 10-20% del gasto de un consumidor en los países industrializados, pero hasta el 60-80% en los países en desarrollo, muchos de los cuales son importadores netos de productos alimenticios".

El desafío está planteado. En el planeta no es novedad que seres humanos mueran de hambre. Por estos días, miles se lanzan a las calles de muchas ciudades, asaltan mercados y son reprimidos.

Tal situación, recuerda la agencia de la ONU, provocó revueltas en Egipto, Camerún, Costa de Marfil, Senegal, Burkina Faso, Etiopía, Indonesia, Madagascar, Filipinas y Haití. En Paquistán y Tailandia se han desplegado efectivos militares para evitar asaltos a campos y almacenes.

La FAO lanzó la advertencia: si los gobiernos no dan pasos para frenar el alza de los precios de los alimentos, habrá hambre y malestar social que desembocará en grandes disturbios. "Hay que actuar de forma urgente", exigió Jacques Diouf, su director general.

Según la FAO, la factura de compra de cereales puede subir en algunos de los países más pobres del mundo hasta un 74%. Contrasta con que en el 2008 las reservas mundiales caerán a su nivel más bajo en 25 años, hasta situarse en los 405 millones de toneladas, cinco por ciento menos que en el anterior.

Se cita la paradoja de que las inversiones en política rural en los países en desarrollo han descendido casi un 50% en la última década, mientras que tres de cada cuatro personas hambrientas son campesinos o pescadores, o, lo que es lo mismo, productores de alimentos.

El problema espera una urgente solución. El hambre no puede seguir identificando el presente y comprometiendo el futuro. Los gastos de las guerras deben cesar y dar paso a inversiones para producir alimentos y propiciar servicios de salud. Se trata de evitar la debacle y salvar al mundo. Estamos a tiempo.

ALGUNOS EJEMPLOS

— Arroz blanco tailandés, segunda calidad. El 11 de abril pasado se cotizaba a 854 dólares la tonelada. Hace un mes a 556. Hace un año a 323 y hace cinco años a 198.
— Leche entera en polvo. En marzo del presente año se cotizaba a 4 750 dólares la tonelada. Hace un año a 3 288 y hace cinco años a 1 835.
— El maíz amarillo. El 4 de abril último se cotizó a 250 dólares la tonelada. Hace un mes a 230 y hace cinco años a 105.
— El aceite de soja holandés. En febrero de este año se cotizaba a 1 400 dólares la tonelada. Hace un mes a 1 276. Hace un año a 714 y hace cinco años a 521.
— El trigo. El 11 de abril del presente año se cotizaba a 401 dólares la tonelada. Hace un año a 207. Hace cinco años a 144.

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